viernes, 31 de agosto de 2012

Disfrutar a los hijos


Ahora que están entrando los niños a clases y hablas con padres jóvenes, te encuentras varias posturas. Unos están felices porque te dicen que ya no aguantan a los niños en casa y no saben qué hacer con ellos. Otros están tristes porque los extrañarán o porque empezará el trajín de llevarlos y traerlos. Algunos se encuentran indecisos, o contentos y tristes al mismo tiempo.
   
En realidad no pretendo analizar las distintas actitudes, sino compararlas con los comentarios de madres con hijos mayores, quienes con nostalgia te recomiendan que aproveches cada instante porque crecen demasiado rápido y se van. De hecho, actualmente con la globalización, vaya que se van, literalmente hasta el otro lado del mundo.
Reconozco que es cierto, estás más desvelado que en tu mejor época de fiestas, en situación de dependencia casi absoluta con ellos, o bien, entre vómitos y pañales, pleitos fraternales o titulándote de taxista, profesor, doctor, abogado, administrador, chef, afanador, etcétera.
A pesar del gran amor que les tienes añoras por momentos, más o menos frecuentes, aquellos días de soltería o de estar recién casado sin hijos. En aquellos días, el número de responsabilidades era infinitamente menor e inversamente proporcional a la cantidad de dinero, diversión y tiempo libre para dedicar a ti y a tu pareja, así que tras el drástico cambio de vida es normal que lo extrañes.
Paradójicamente tras sentirte abatido y que quisieras volver al pasado, cuando te sonríen esos pequeños, escuchas sus carcajadas, te llenan de besos y abrazos, pronuncian mal una palabra haciéndote reír, te dicen mamá/papá y además guapa/guapo, sufres una pérdida de memoria que te hace agradecer cada instante y ser capaz de seguir caminando con la cabeza en alto y con una sonrisa en la cara y en el alma.
Sin embargo, no deja de sorprender que cuando no los tienes, sueñas con tenerlos y cuando los tienes, te quejas; cuando están cerca los quisieras lejos (al menos por un cuarto de hora) y cuando están lejos los quisieras cerca; más aún, cuando les toca ser dependientes los quieres independientes y cuando les toca ser independientes, quisieras tenerlos a tu lado.
Ante tantas paradojas, tal vez no es mala idea empezar a hacer caso de aquella frase que dice que“ni el pasado ni el futuro existen, el único que existe es el presente y como su nombre lo indica es un regalo que hay que disfrutar”.
Por tanto, disfrutemos a nuestros hijos y cada etapa de su desarrollo, para que en el futuro, cuando miremos hacia atrás, lo hagamos llenos de satisfacción, de alegría y de bellos recuerdos; y no, sin recuerdos por no haber estado con ellos y con lágrimas de arrepentimiento por no haberlos aprovechado.

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